Siempre hay un amigo inquietante que nunca habla en el grupo de WhatsApp. La psicología tiene una explicación
Una notificación ilumina la pantalla del móvil: «Alguien ha creado un grupo». Para algunos, es casi un mensaje de terror; para otros, una dosis de pereza infinita; y para unos pocos, la promesa de un nuevo plan que empieza a organizarse. En cuestión de minutos, el chat comienza a llenarse de saludos, memes y chistes. Alguien recuerda el motivo del grupo y enseguida se abre la cadena de preguntas, fotos y propuestas. Entre tanto ruido digital, siempre aparece una figura reconocible: la del sil…